Con el movimiento y las máquinas como armas más preciadas, el futurismo fue fundado en 1990 por Filippo Tommaso Marinetti, junto con los pintores Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà y Gino Severini. Con pintores, escultores, diseñadores, arquitectos y escritores entre sus filas, el grupo intentó introducir el anticuado sistema establecido en una nueva era de elegante, fuerte y purificada modernidad.
El papel del futurismo en la historia del arte es tan ambivalente como importante. El movimiento creó métodos revolucionarios para aportar movimiento, luz y velocidad, pero también suscitó polémica por su glorificación de la guerra y su apoyo al fascismo. Sus lienzos frenéticos, casi furiosos, son tan notables por su agresividad machista como por su experimentación radical con las pinceladas, la textura y el color, que buscan captar el movimiento de un objeto en el espacio.
Con ejemplos clave de la prolífica producción de los futuristas y de sus principales representantes, este libro muestra el movimiento que escupió con virulencia a todos los -ismos del pasado y, al hacerlo, creó un -ismo propio.
